Una fotografía
facilitada por la ONU muestra la ayuda humanitaria en el campo de refugiados de
Yarmurk, en el sur de Siria.
Allí se muestra
descarnadamente la crisis que se viene en ese país. En la imagen se ven cientos
de personas esperando alimentos y medicinas. Las carencias que sufren estas
personas, además de lo antes expuesto son igual de imprescindibles, ellos
carecen de agua, electricidad y gas. Su calidad de vida es infrahumana
Este desastre
promueve la deshidratación, todo tipo de enfermedades y miseria. En su tragedia
se ven obligados a comer hierbas y hasta
alimento para animales.
Viven o sobreviven estos refugiados palestinos,
asediados por las fuerzas del régimen. Los insurgentes tomaron el control de Al Yarmurk en diciembre de 2.012
y desde entonces este lugar ha sido enfrentamiento continuo de opositores y
fuerzas del gobierno.
Abandonados a su
suerte, incierta y terrible están pagando un precio muy alto por haber quedado
en medio de ese gran cementerio de destrucción y olvido, muriendo de hambre y
enfermedades, sin distinción de edades en un conflicto que ellos no crearon.
En el término de
este año han desaparecido por diferentes causas, al menos cuarenta personas y
la cifra se incremente día a día.
Este lugar
reducido a escombros en el que permaneces 18.000 refugiados se ha transformado
en el trágico lugar, en el que diariamente van desapareciendo personas de todas
las edades y donde la comunidad internacional ha fracasado en el reconocimiento
del conflicto de tal gravedad.
Mientras se
promocionan charlas entre unos y otros los grandes olvidados son las miles de
personas que claman hambrientas, tiritando de frío y de terror, sintiéndose
rehenes de este desastre humanitario sin límites. NORA
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