Hace muchos años, en mis años escolares, allí en mi país originario se teatralizaban hechos de la época colonial, con personajes típicos, diversos, que recreaban esos años de grandes diferencias sociales. “El señor o la señora blancos con su esclavo negro dos pasos atrás”. Ellos servían con resignación y humildad a los grandes señores, en casas particulares o como vendedores ambulantes: el aguatero, velero…, empanadas, pan y cualquier clase de artículo se podía encontrar en la calle.
En aquel entonces para nosotros era un juego, donde cada uno trataba de lucirse haciendo bien su papel. Luego, ya de mayor comprendí la magnitud de esas situaciones reales que a lo largo de toda América fueron extendiéndose.La esclavitud era un comercio más de tantos. En Estados Unidos la raza negra vivía aislada en ciudades y pueblos sin otorgarles derecho a compartir nada que tuviera que ver con los blancos, salvo servirles. Todo lo que el pueblo negro necesitara era negado por los blancos.
Después de grandes luchas, muertes e injusticias, esa tremenda locura es más difícil verla hoy. Tal vez ese gran sufrimiento del pueblo negro ha servido a las nuevas generaciones para que se valore su gran potencial humano.
En la actualidad observamos hechos que no son de nuestro entorno, quizás distintas formas de esclavitud, lugares donde se reclutan mujeres o niñas, engañadas las mayorías de las veces o robadas y obligadas a ejercer la prostitución en antros de los cuales es muy difícil escapar. Además grandes talleres clandestinos, de trabajo esclavo, donde gente indocumentada trabaja día y noche sin ver la luz del día. Hay una definición que lo dice todo. Las llamadas “camas calientes”, donde una persona se levanta y se acuesta otra seguidamente, así no se detiene el trabajo en ningún momento del día.
Otra lacra existente son los niños reclutados para la guerra, donde los derechos de los pequeños han pasado de largo y no vemos soluciones por más que se denuncien sistemáticamente los hechos con escenas imposibles de ver.
Pero, además hay una especie de esclavitud tenue y silenciosa en la que todos los trabajadores están inmersos, pese a sus esfuerzos y es el miedo a perder un empleo, que hace que la persona lentamente acepte todas las situaciones adversas que vive a diario.De pronto menos días de trabajo, reducción de haberes, más horas iguales, suspensión de nóminas, despidos y otras formas de presión en las que la persona se ve afectado. Ninguno de estos hechos se puede reclamar porque de antemano se sabe que caerá en saco roto y los derechos están limitados por la falta de trabajo.
Son esclavitudes modernas que han ido mudando de acuerdo a las épocas, que tratan de someter al ser humano de distintas maneras, igual de injustas y traumáticas a las que optamos por aceptar como un hecho más de los nuevos tiempos que se viven.
NORA.
DETRÁS ESTÁ LE GENTE CON SUS
PEQUEÑOS TEMAS, SUS PEQUEÑOS
PROBLEMAS, SUS PEQUEÑOS AMORES.
CON SUS PEQUEÑOS SUELDOS, SUS
PEQUEÑAS CAMPAÑAS, SUS PEQUEÑAS
HAZAÑAS Y SUS PEQUEÑOS ERRORES.
-J.M. SERRAT-
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