Quisiera utilizar este espacio para hacer unas reflexiones sobre las VACACIONES.
¡ Qué mágica palabra!
Cuando se terminan todos decaemos un poco, algunos incluso llegan a la depresión cuando tienen que volver a la vida cotidiana. La mayoría nos recuperamos y empezamos a tachar los días que faltan para las próximas.
Yo siempre he visto las vacaciones de una familia de tres o cuatro hijos como en diferentes fases que se van cumpliendo a lo largo de la vida. Así:
1ª Fase: Con niños de pechos y hasta más o menos los cinco años, la tropa infantil forman lo que Serrat decía “ los locos bajitos” y yo añado esos “pequeños monstruos” que desde la cuna ya están exigiendo sus derechos.
Los padres piensan que con estas criaturitas no se puede ir a la playa porque hace demasiado calor, ni al monte porque hay muchos mosquitos e insectos de todo tipo, así que lo mejor es retornar al pueblo de procedencia de los abuelos donde habrá una casita para alojarse.
2ª Fase: Ya los niños van creciendo y esta fase iría desde los seis a los catorce años aproximadamente. Aquí la cosa se pone un poquito más chunga, porque unos dicen a la playa con los amigos de otros años a coger caracoles y cangrejos. Otros prefieren el camping cerca del monte para patear y ver torrenteras, animalitos como lagartos, ardillas o alguna culebra,… pero otros dicen “a Eurodisney”, que nos lo prometisteis si nos portábamos bien y traíamos buenas notas, “sois unos mentirosos”. Los padres se miran y ¡ claro! Tienen que cumplir la palabra dada, ¡cómo no!. Vale, contestan y a apretarse más el cinturón, piensan y luego ya veremos. (Seguirá)
Paquita.
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