Nada más lejos que una forastera para glosar este pueblo noble y acogedor, que es para mí un gran pueblo y es por ello por lo que basándome en lo escrito antes por un gran historiador, López de Isasti en 1.625 y posteriormente Pablo de Gorosabel en 1.950 voy a resumir algo de su basta historia.
Según cuenta Gorosabel en 1.320 miramos fuera de los términos de Azkoitia unos cuantos agricultores enriquecidos han levantado grandes casas torres en lugares diminutos y orgullosos y con ansias de dominación mantienen la tierra con despotismo hacia el humilde. Estos señores mantienen guerras entre sí por el poderío.
Los guipuzcoanos cansados de la tiranía de esos señores feudales comienzan por agruparse en pequeñas aldeas, en casas generalmente de madera cerca de los monasterios, iglesias o ermitas, no hay vida municipal, no está permitida. Los habitantes libres del Valle del Iraurgi se reúnen de vez en cuando para arreglar sus problemas, unas veces en Olatz y otras veces en Basarte. Los señores miran muy mal esas reuniones que ven como futuras “Juntas”. Hay sin duda cortapisas y violencia.
El pueblo pese a todas las trabas es trabajador y próspero, las aguas del Urola se llenan de innumerables ferrerías que les ayuda a vivir. La defensa del pueblo contra el noble no puede ser más fuerte con una villa amurallada, cerrada con sus puertas, pero necesitan otra protección más fuerte: el Rey cuya autoridad ha sido coartada por los nobles y él está dispuesto a proteger a los pueblos para ampararse en ellos y equilibrar el poder de la nobleza y señorones. El rey de Castilla que reinaba entonces, Alfonso XI, hijo de doña María de Molina acudió enseguida a la petición de ayuda donando tierras del asentamiento y así se fundó su primer asentamiento y se llamó San Martín de Azkoitia de Iraurgi, un nobre un tanto largo del que prevalecería el primer topónimo, Azkoitia.
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